Según especialistas de todo el mundo, el artesano de la palabra está a salvo y con un nuevo auge, pues su labor constituye un signo de identidad no sólo nacional, sino de reconocimiento del ser humano como un ente creativo.
Los decimistas, payadores, trovadores, repentistas, juglares, copleros, versadores y demás nombres con los que se les conoce en el planeta a los creadores de la poesía oral improvisada, se han untado en la piel del presente para hacer de un ejercicio muy primitivo, una necesidad contemporánea.
Esta es la visión de diversos estudiosos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España, Italia, México, Panamá, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela que participaron en el tercer Encuentro de Decimistas y Versadores de Latinoamérica y el Caribe, en la ciudad de San Luis Potosí.
La décima, inventada en 1591 por un murciano llamado Vicente Espinel (1550-1624), consta de 10 versos octosilábicos, que en honor a su creador también es conocida como espinela. Aunque se puede decir que el arte de la improvisación en verso se ha desarrollado en todo el mundo, hay algunas regiones que desde hace años se preocupan por fortalecerla pues es una de las maneras como los habitantes construyen y transmiten su historia.
El investigador cubano Waldo Leyva explica que en su país, la décima es mucho más que una estrofa literaria y constituye un signo de identidad que fue y es utilizado por los poetas populares.
"La espinela es una presencia viva en la obra escrita de los mejores poetas cubanos de todos los tiempos."
Waldo, quien también es director del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado una institución cubana dedicada a la promoción y estudio de la espinela y sus exponentes, platica que la seducción de la décima se debe a que es una forma de expresión flexible y adaptable a lo contemporáneo, sin olvidar su carácter de reto permanente al ingenio y a la capacidad creadora.
El repentista venezolano Víctor Hugo Márquez, de 53 años de edad, considera que un improvisador es primero que todo un poeta. "Puede que no sea tan fino y tan acabado como los que llaman poetas de vanguardia, de los que utilizan el idioma con la mayor filigrana y con los sentidos más inesperados, pero indudablemente el que busca la manera de decir algo originalmente ya es un poeta; el que busca describir, contemplar o vituperar algo de una manera original ya es un poeta. Con base en esto, un improvisador es un poeta que se traza el reto de ser oportuno, veloz y pertinente".
Desde su origen, en todas las regiones donde se ha cultivado, el arte de la improvisación ha estado muy vinculado al trabajo fuerte, en las minas, el campo, los marinos, etcétera. Por este motivo, indica el payador uruguayo José Curbelo, en ocasiones se le ha soslayado y considerado como un "arte menor".
En Cuba existe Cátedra Experimental de Poesía Improvisada, que tiene 29 talleres en toda la isla.
Alexis Díaz Pimienta, creador de la cátedra señala que ahora mismo Cuba vive su verdadera edad de oro en este campo..
"Siempre se habló de que la edad de oro del repentismo había sido la década del 40, pero los mismos clásicos que han vivido las dos etapas reconocen que este momento es superior por el nivel de los improvisadores, por las posibilidades que ha puesto el aparato político cultural del país en función del desarrollo de este arte y por lo tanto se está viviendo un momento de enorme salud.
"Hay un movimiento pujante de repentistas maduros, jóvenes e infantiles, algo que no se había dado en Cuba y que no sucede en otros países".
En México, trovadores como Guillermo Cházaro Lagos, fundador del grupo Chuchumbé, de Tlacotalpan, Veracruz, reconoce que aprendió la décima como los pájaros: sin más horizontes que el instinto de volar. "Claro que a lo largo de mi vida fui aprendiendo de otros repentistas".
Otro de los decimistas más reconocidos en el mundo, el mexicano Guillermo Velázquez, dice que aunque en nuestro país la tradición sigue muy viva, necesita fortalecerse, revitalizarse y multiplicar a sus protagonistas. "Ahora podemos hablar de Veracruz, Guanajuato, San Luis Potosí y Querétaro como las regiones más fuertes en esta tradición.
"La décima entraña en sí/ todo lo contemporáneo/y no es algo sucedáneo/es algo que habita en mí/Marcos, Mohamed Alí,/multimedia, virus, ansias,/convergencias y distancias/hacen mediando candela/que la décima espinela/sea un mundo en 10 consonancias.?
Lo mismo se le canta al amor, la tierra y la mujer, que a la injusticia, la discriminación y a la migración.
En cuanto a los instrumentos dependen de cada región; en Panamá es clásica la guitarra mejorana; en Argentina la guitarra de cinco cuerdas; en México, además de la jarana improvisan los violines y en Cuba, el tres y el laúd son imprescindibles, pero también la clave y el güiro.
Los decimistas, payadores, trovadores, repentistas, juglares, copleros, versadores y demás nombres con los que se les conoce en el planeta a los creadores de la poesía oral improvisada, se han untado en la piel del presente para hacer de un ejercicio muy primitivo, una necesidad contemporánea.
Esta es la visión de diversos estudiosos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España, Italia, México, Panamá, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela que participaron en el tercer Encuentro de Decimistas y Versadores de Latinoamérica y el Caribe, en la ciudad de San Luis Potosí.
La décima, inventada en 1591 por un murciano llamado Vicente Espinel (1550-1624), consta de 10 versos octosilábicos, que en honor a su creador también es conocida como espinela. Aunque se puede decir que el arte de la improvisación en verso se ha desarrollado en todo el mundo, hay algunas regiones que desde hace años se preocupan por fortalecerla pues es una de las maneras como los habitantes construyen y transmiten su historia.
El investigador cubano Waldo Leyva explica que en su país, la décima es mucho más que una estrofa literaria y constituye un signo de identidad que fue y es utilizado por los poetas populares.
"La espinela es una presencia viva en la obra escrita de los mejores poetas cubanos de todos los tiempos."
Waldo, quien también es director del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado una institución cubana dedicada a la promoción y estudio de la espinela y sus exponentes, platica que la seducción de la décima se debe a que es una forma de expresión flexible y adaptable a lo contemporáneo, sin olvidar su carácter de reto permanente al ingenio y a la capacidad creadora.
El repentista venezolano Víctor Hugo Márquez, de 53 años de edad, considera que un improvisador es primero que todo un poeta. "Puede que no sea tan fino y tan acabado como los que llaman poetas de vanguardia, de los que utilizan el idioma con la mayor filigrana y con los sentidos más inesperados, pero indudablemente el que busca la manera de decir algo originalmente ya es un poeta; el que busca describir, contemplar o vituperar algo de una manera original ya es un poeta. Con base en esto, un improvisador es un poeta que se traza el reto de ser oportuno, veloz y pertinente".
Desde su origen, en todas las regiones donde se ha cultivado, el arte de la improvisación ha estado muy vinculado al trabajo fuerte, en las minas, el campo, los marinos, etcétera. Por este motivo, indica el payador uruguayo José Curbelo, en ocasiones se le ha soslayado y considerado como un "arte menor".
En Cuba existe Cátedra Experimental de Poesía Improvisada, que tiene 29 talleres en toda la isla.
Alexis Díaz Pimienta, creador de la cátedra señala que ahora mismo Cuba vive su verdadera edad de oro en este campo..
"Siempre se habló de que la edad de oro del repentismo había sido la década del 40, pero los mismos clásicos que han vivido las dos etapas reconocen que este momento es superior por el nivel de los improvisadores, por las posibilidades que ha puesto el aparato político cultural del país en función del desarrollo de este arte y por lo tanto se está viviendo un momento de enorme salud.
"Hay un movimiento pujante de repentistas maduros, jóvenes e infantiles, algo que no se había dado en Cuba y que no sucede en otros países".
En México, trovadores como Guillermo Cházaro Lagos, fundador del grupo Chuchumbé, de Tlacotalpan, Veracruz, reconoce que aprendió la décima como los pájaros: sin más horizontes que el instinto de volar. "Claro que a lo largo de mi vida fui aprendiendo de otros repentistas".
Otro de los decimistas más reconocidos en el mundo, el mexicano Guillermo Velázquez, dice que aunque en nuestro país la tradición sigue muy viva, necesita fortalecerse, revitalizarse y multiplicar a sus protagonistas. "Ahora podemos hablar de Veracruz, Guanajuato, San Luis Potosí y Querétaro como las regiones más fuertes en esta tradición.
"La décima entraña en sí/ todo lo contemporáneo/y no es algo sucedáneo/es algo que habita en mí/Marcos, Mohamed Alí,/multimedia, virus, ansias,/convergencias y distancias/hacen mediando candela/que la décima espinela/sea un mundo en 10 consonancias.?
Lo mismo se le canta al amor, la tierra y la mujer, que a la injusticia, la discriminación y a la migración.
En cuanto a los instrumentos dependen de cada región; en Panamá es clásica la guitarra mejorana; en Argentina la guitarra de cinco cuerdas; en México, además de la jarana improvisan los violines y en Cuba, el tres y el laúd son imprescindibles, pero también la clave y el güiro.
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